En cada esquina cuadrada recorro un camino en circulo para
tratar de mirar para el lado opuesto al que me encuentro, colmado de miedo miro el cielo, y le suplíco: “Escondéme, escondéme por favor”. En éste sitio donde todavía
no llegó la electricidad, los rastros de las sombras nunca llegan a la noche, se
mueren cuando cae el sol, y los mamíferos
voladores de la madrugada acompañan mi camino emulando una especie de música de
fondo. Después de caminar, correr y trotar durante toda la noche en un
descuido tropecé, el siguiente recuerdo es estar atrapado en una jaula formada por personas, o quizás estaban
intentando reanimarme, abanicando aire con sus remeras y pegándome en el pecho. Antes muerto que cautivo.
Que bueno leerte otra vez...
ResponderEliminarGracias por pasar por mi rincón =)